Disfruto el ronrroneo de tus manos,
dibujan movimientos imposibles
esferas y espirales, en el aire.
Yo te espero.
Tus ojos, tan cercanos, tan distantes,
son la meta.
Tu silueta,
acaricia la morada de mi voz.
Mis pliegues
se mueven
por ella.
Es tu boca saltarina,
mi regazo de espranza,
cubre el Sol de lontananza
en la noche decembrina.
(Aún te espero)
Y tus piernas,
casi tibias,
descubiertas,
son un té de
yerbabuena.
Te sueño de Angora,
mina suave
y agraciada,
de flor trepadora,
Porque cuando no estás,
me erizo, me erizo.
Vago del tiempo,
buscando tu rastro,
ésa, tu última
afelpada bocanada.
Mína mía y
sólo por mí,
amada así.
Ghazali Al Muwallad
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