Tu rostro es
el antónimo
del desmayo,
por antonomasia.
Sin miramientos,
tus manos acribillan
mi tristeza
a punta de puñaladas.
Yo palpito.
Tú me sigues
al unísono
constante.
Tendidas
paradójicamente
sobre la cama,
Mis ideas desnudas,
con sombrero,
brotan cual isócronos
estrépitos,
Esperando
la gloriosa venida
de tu bajo vientre
consonante.
Ghazali Al Muwallad
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