Las nubes son
inmóviles y atónitos
testigos
del perpetuo juguete,
que Calder,
sembró en las estrellas.
R.G.M
Las nubes son
inmóviles y atónitos
testigos
del perpetuo juguete,
que Calder,
sembró en las estrellas.
R.G.M
A Yaisa Corrales Magallanes. Tláhuac, diciembre de 2006.
La lluvia de luna
ilumina su centro;
esta efímera tierra.
Todavía hay verde
en la oscura luz
que habita nuestros ojos
cuando brillan las calles.
Calles desiertas de alma,
llenas de amor cristalizado,
Diamante en bruto.
R.G.M.
Hoy nos miran desde afuera,
como siempre.
Los astros,
ojos de agua
escurridizos.
Hoy volamos a pedazos
nuestra casa
otra vez.
Desde la ventana del espejo,
arrojamos hacia adentro
nuestros negros corazones.
Hoy construimos el pozo
más hondo,
el túnel
más largo
hacia el laberinto del alma
que perdimos
Ayer.
R.G.M.
Entrecierro los ojos.
Entre sueños,
miro tu rostro,
lo recuerdo.
Entresijos,
escondrijos.
Ósculos y horas,
pendientes
de un hilo...
De plata,
tu sonrisa.
Como indescifrables dédalos,
las palabras
se me enredan.
Tu cálida aurora
aún ilumina
la alcoba ambulante,
que juntos hemos habitado.
Mi tinta
esculpe tu nombre.
No dejo de vaciarme...
Sigo pensando en ti.
Respe Coatli